Comidas

Revista Número 3

Alice Munro

El filo de Wenlock

De Demasiada felicidad

Alice Munro

Editorial Lumen

(…) Me dieron unos consejos que yo no había pedido.

Había encontrado trabajo en la cafetería de la universidad. Iba con un carrito recogiendo platos sucios de las mesas y limpiando las mesas cuando se quedaban vacías. Y sacaba la comida a las estanterías para que la cogieran.

Me dijeron que ese trabajo no era una buena idea.

—Los chicos no te invitarán a salir si te ven trabajando ahí.

Se lo conté a Ernie, que dijo:

—¿Y tú qué dijiste?

Le conté que les había dicho que yo no querría salir con alguien que tuviera semejante opinión, así que ¿a mí qué me importaba?

Había acertado. Ernie se puso a dar manotazos al aire, radiante.

—Tienes toda la razón —dijo—. Esa es la actitud adecuada. El trabajo honrado. No escuches nunca a quien quiera rebajarte por trabajar honradamente. Tú sigue adelante y ni caso. Mantén la cabeza alta. A quien no le guste, vas y le dices que se aguante.

Este discurso suyo, la rectitud y la complacencia que iluminaban su ancha cara, la brusquedad y el entusiasmo de sus movimientos, despertaron en mí las primeras dudas, la primera y pesimista sospecha de que la advertencia podía tener cierto sentido. (…)

Alice Munro, cuentista canadiense, nació en 1931 en Ontario. Ha publicado doce volúmenes de relatos, tres antologías y una novela, y ha sido traducida en trece idiomas. Sus cuentos fueron publicados en numerosas revistas como The New Yorker, The Atlantic Monthly y The Paris Review. En el año 2013 fue galardonada con el Premio Nobel. Algunos de sus títulos son La vida de las mujeres, Mi vida querida, la selección de cuentos Todo queda en casa, y Demasiada felicidad, de donde se extrajo el fragmento aquí reproducido.


Los bigotes blancos

De Las tareas de la casa y otros ensayos

De Natalia Ginzburg

Editorial Lumen

(…) Estas cosas, durante mi infancia, me habían hecho sospechar que había, en la claridad del universo, algo oscuro, pero eran solo miedos, y desaparecían con nada; bastaba, para hacerlos desaparecer, la voz de mi madre haciendo la lista de la compra, o la promesa de algo divertido, o la llegada de un invitado, o la aparición en la mesa de alguna comida nueva y rica, o la vista de los baúles, que me recordaban el verano y la partida hacia el campo. Pero ahora, detrás del miedo se había situado la melancolía. Ya no tenía solo la sospecha, sino la certeza constante de que el universo no era claro y simple sino oscuro, tortuoso y secreto, que los secretos anidaban en todas partes, que las calles y la gente ocultaban el dolor y el mal; y la melancolía no desaparecía nunca: no había ninguna fuerza que consiguiera vencerla. Podían llegar invitados, buenos platos a la mesa, podía tener un vestido nuevo, un libro nuevo, podía ver baúles, pensar en los trenes, en el campo, en el verano: la melancolía me seguía a todas partes. Estaba siempre allí, inmóvil, infinita, incomprensible, inexplicable, como un cielo altísimo, negro, dominante y desierto.

Julio de 1970

Natalia Guinzburg nació en 1916, en Palermo, Italia. Sufrió la persecución fascista y nazi bajo el régimen de Benito Mussolini. Trabajó como editora y fue autora de títulos como Léxico familiar que ganó el Premio Strega en 1963, Las pequeñas virtudes, Querido Miguel, A propósito de las mujeres, La ciudad y la casa Las tareas de casa y otros ensayos, de donde se extrajo el fragmento aquí publicado. Murió en Roma en 1991.


La olla repleta de oro

De Cuentos

De John Cheever

Editorial Penguin Random House

(…) La vida de Ralph seguía estando, como siempre, dominada por las esperanzas. En los primeros años después de la guerra, Nueva York parecía ser inmensamente rica. Daba la impresión de que había dinero por todas partes, y los Whittemore, que dormían en invierno extendiendo sobre la cama sus gastados abrigos para no pasar frío, sentían que para disfrutar de su parte en la prosperidad general solo necesitaban un poco de paciencia, de iniciativa y de suerte. Los domingos, cuando hacía buen tiempo, paseaban con las multitudes de gentes bien vestidas por la parte alta de la Quinta Avenida. A Ralph le parecía que quizá hiciera falta solo otro mes, todo lo más un año, para encontrar la llave de la prosperidad que tanto se merecían. Paseaban por la Quinta Avenida hasta que se hacía de noche, y luego se iban a casa y cenaban una lata de judías y, para que la comida estuviese equilibrada, una manzana de postre. (…)

John Cheever nació en 1912 en Massachusetts, Estados Unidos. A lo largo de su carrera publicó libros de cuentos y novelas, colaboró en su juventud con la revista The New Yorker, donde publicó varios de sus escritos. Algunos de sus títulos son La familia Wapshot, Bullet Park, Falconer, La geometría del amor, Diarios, entre otros. En 1979 su colección Cuentos de John Cheever recibió el Premio Pulitzer, el fragmento pertenece a dicha publicación. Cheever murió en Ossining, Nueva York en 1982.


El reparto de los panes

De Todos los cuentos

De Clarice Lispector

Editorial Siruela

(…) Comíamos. Como quien da agua al caballo. La carne trinchada fue distribuida. La cordialidad era ruda y rural. Nadie habló mal de nadie porque nadie habló bien de nadie. Era una reunión de cosecha, y se hizo tregua. Comíamos. Como una horda de seres vivos, cubríamos gradualmente la tierra. Ocupados como quien labra la existencia, y planta, y recoge, y mata, y vive, y muere, y come. Comí con la honestidad de quien no engaña a lo que come: comí aquella comida y no su nombre. Nunca Dios fue tan tomado por lo que Él es. La comida decía ruda, feliz, austera: come, come y reparte. Todo aquello me pertenecía, aquella era la mesa de mi padre. Comí sin ternura, comí sin la pasión de la piedad. Y sin ofrecerme a la esperanza. Comí sin nostalgia alguna. Y yo bien valía aquella comida. Porque no siempre puedo ser el guardián de mi hermano, y ya no puedo ser mi guardián, ah, ya no me quiero. Y no quiero formar la vida, porque la existencia ya existe. Existe como un suelo donde todos nosotros avanzamos. Sin una palabra de amor. Sin una palabra. Pero tu placer entiende al mío. Somos fuertes y comemos. Pan y amor entre desconocidos. (…)

Clarice Lispector nació en 1920 en Tchetchelnik, Ucrania. La escritora brasileña de origen judío, dedicó su vida a la literatura y trabajó también como periodista. Publicó su primera novela Cerca del corazón salvaje en 1943 por la cual obtuvo el premio Graça Aranha. Entre sus obras más importantes se encuentran los compilados de cuentos La legión extranjera (1964), Lazos de familia (1972), las novelas La pasión según G. H. (1964), Agua viva (1973) y La hora de la estrella (1977), Aprendizaje o el libro de los placeres, entre otras. Sus obras fueron traducidas en quince idiomas. Murió en Río de Janeiro en 1977.

Compartilo 👇

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *