Solo por esta vez

Revista Número 8

Por Rodrigo Peralta

—Marquitos, querido, ¿cómo va?

—Todo bien, Polaco, ¿vos?

—Piola. Pasá, pasá. ¿Tomás algo? ¿Birrita, Fernet?

—No, nada, está bien. En un rato tengo clase.

—¿Seguro?

—Sí, sí. Venía a comentarte algo nomás.  

—Pero sentate, che. Acá estás entre amigos. A ver, decime, ¿qué andás necesitando?

—Nada, es… es sobre el laburo, no creo que pueda hacerlo.

—¿Por?

—No sé, lo veo difícil.

—Es más de lo mismo.

—Sí, más o menos. Antes no había fierros.

—¿Y qué, les tenés miedo?

—No, nada.

—¿Entonces?

—Entonces nada. Los fierros no me van.

—¿Y a mí qué me importa? Te llevás el chumbo y, si hay que usarlo, lo usás.

—…

—Fuiste vos el que pidió algo grande, pibe.

—Sí, ya sé, pero…

—Pero nada. No estarás arrugando vos, ¿no?

—¡No! Es que… no me gustan. Mirá si se me escapa un tiro.

—Es para asustar, guacho. Lo sacás, apuntás y listo. Se mean cuando ven el caño.

—Está bien…

—Ahí va, así me gusta. Esto lo sumamos a la deuda, ¿estamos? 

—¿Qué cosa?

—El chumbo. Se alquilan, qué pensás, ¿qué era un regalo?

—Pero si vos querés que lo lleve.

—Así son las cosas, papá. Ese kiosco sin caño no sale, y vos no tenés, así que yo te lo alquilo. ¿Hay drama?

—No, no. Está bien. Y con esto terminamos, ¿no?

—Depende cuánto traigas, todavía faltan veinte lucas.

—¿Cómo que veinte? Eran quince.

—Intereses, papi.

—¿Qué intereses, Polaco? No me pasés.

—Acá el único que se pasó fue tu viejo, ¿o te olvidás que dejó sesenta lucas de garpe.

—Dos tiros se comió laburando para vos.

—Riesgos del laburo, flaco. Cuando salían bien, no llorabas. Bien que salías todo gato, con las naves chetas, haciendo facha en la moto.

—Yo nunca le pedí esas llantas, él me las regalaba. Además, a nosotros nos dijo que cartoneaba.

—Daaale, gil. ¿Qué flasheás, que levantaba diez lucas en cartones? ¿Y las pilchas para tu vieja? ¿Y las de tu hermana? Alto rocho era tu viejo.

—Y ahí quedó, tirado en la calle.

—Eso lloráselo a otro.

—Yo qué sé, Polaco. Vos lo mandaste, y ahora me cobrás a mí lo que perdió él.

—Y a quién se lo voy a cobrar. ¿Sabés para qué quería la guita? Para los quince de la Lucrecia, para eso. Siempre pensaba en ustedes. 

—Al pedo, la fiesta no se hizo. Todavía llora mi hermana.

—Ya se le va a pasar. Y si no se le pasa, traela para acá, que el Gordo te la consuela.

—Mejor me voy.

—Tranquilo, guacho, que era joda. Sentate, dale.

—No, no, que tengo la clase por Zoom.

—Que esperen. Tomate una birra.

—Si llego tarde, no me dejan entrar.

—Sentate, no seas ortiva. 

—Bueno.

—Ahí va. Sabés, tu viejo siempre hablaba de vos.

—¿Posta?

—Claro. Eras su orgullo. Venía, se sentaba y nos decía: “El Marcos va a llegar lejos, van a ver”. Nosotros nos reíamos, y él se enojaba. Una vez se fue recaliente. Lo tuvimos que parar porque se quería trompear con el Gordo.

—¿Qué pasó, Polaco? La posta quiero.

—¿Con tu viejo? Yo qué sé, chabón. Se fue a la 31 a buscar el faso, lo agarró la yuta y lo bajó. Lo dejaron ahí tirado y se llevaron todo.

—Soretes.

—Ya está. Fue. Ahora, escuchame: te quedó lo del kiosco, ¿no?

—Sí, voy de noche, antes de las cuatro. Pido varias cosas, grandes, y cuando asoma para dármelas, lo afano.

—No, no, sacás el chumbo. Lo apretás de toque, que no reaccione. Pim, pum, “dame la guita, gato, o te quemo”. Y si duda, ahí nomás le tirás al piso, a la pared, a donde sea.

—No, tirar no.

—Sí, tirar sí. ¿Tenés balas?

—¿Qué? No, ¿de dónde voy a tener?

—Ah, ah… entonces vas a necesitar.

—¿Esas me las vas a alquilar también?

—Ja, ja, ja… no, no, esas se venden de una. No vuelven.

—Está bien, ¿cuánto?

—Te dejo en mil las diez.

—Eh, vendeme tres, más no necesito.

—No vienen sueltas.

—Pero es un montón.

—Hagamos una cosa, te vendo las diez, y si no usás todas, me las traés y te devuelvo el cincuenta de cada una. Sólo por esta vez.

—Pará, ¿te las tengo que pagar ahora?

—Me haces reír, chabón. ¡Claro!

—No tengo un mango.

—Y bueno… fijate… podés salir y arrebatar algo. Un celular o dos, y estamos. O capaz tu vieja tenga algo de guita, si no hicieron la fiesta.

—¿Cómo le voy a afanar a mi vieja?

—Después se la devolvés, che. Que entienda. Ésto lo hacés por ella también.

—No, no, olvidate. Bancame una hora, que hago algún celular en la parada del 501.

—Tranquilo, puede esperar. Además, ¿no tenías una clase vos?

—Sí.

—¿Cómo te está yendo con eso?

—¿Con la escuela?

—No, con las pibas. Sí, gato, ¿con qué va a ser?

—Bien, yo qué sé. Ahora que tengo la compu, mejor. Antes hacía todo desde el celu de la Lucre y se me re complicaba.

—Me alegro. Cuando trajeron la máquina, le dije al Gordo: “esta es para el Marcos”.

—Bueno, gracias.

—Acá nos cuidamos entre todos. Un favor para vos, un favor para mí, y así.

—Está bien.

—De en serio, gil. Lo que necesités, acá: el Polaco te lo resuelve.

—Bueno, gracias.

—Nada, nada… Lo hago por tu viejo. Un tipazo era. Muchos huevos, muchos códigos. Ya no hay tipos así. Una lástima lo que le pasó.

—Sí…

—Para mí que lo vendieron. Una cama.

—¿Quién?

—Yo qué sé. Alguno que le tuviera bronca.

—Puede ser.

—Igual, vos tranquilo, ¿escuchaste? Enfocate en lo de esta noche, pero relajá, no levantés la perdiz.

—Está bien. 

—¿Más birra?

—Dale.

—¿Seguís nervioso?

—No, ¿con qué?

—Dale, gil. Escuchá: tu viejo estaría orgulloso de vos, ¿entendés? Si pudiera verte… Estos laburos eran sus favoritos, no dejaba que nadie se le hiciera el guapo.

—Era un fenómeno el viejo.

—Sí, como el hijo.    

—Gracias, Polaco. Te prometo que no voy a fallarte.

—Ya sé, Marquitos. Y ahora andá, que vas a llegar tarde a la clase.

 

 

Rodrigo A. Peralta nació en Buenos Aires, Argentina, en 1980. Estudió cine y se especializó como guionista. Escribió los guiones de “El abismo… todavía estamos” (2008) y “Cuatro de Copas” (2010).

Su cuento “Soltar” fue seleccionado en el IV Certamen de Relatos RSC (2018) y publicado en la antología “La Factoría 2018”. Además, integra la colección de Audiocuentos de la Nueva Narrativa Argentina, realizada por Una Brecha.

Publicó cuentos en las revistas literarias GAZeta (Guatemala), Crisopeya (Colombia) y TrenINSOMNE (Argentina), así como en varios concursos y antologías.

En la actualidad se encuentra preparando una antología de cuentos titulada “Asado de perro” y su primera novela, “Lupe”.

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