Entrevista a Fabián Casas
Revista Número 6
por Demian Naón
¿Cuándo sentiste la lectura como una práctica iniciática fundamental? ¿Tenés imágenes que nos puedas contar de tu infancia y la lectura?
En mi casa leían todos: mi padre, mi primo, mi padrino. Un maestro de séptimo grado, Alfredo Chitarroni, fue central para mí porque me hizo escribir por primera vez. Tengo la imagen de estar en el dormitorio de mis viejos y estar escribiendo un relato que mi maestro luego tipeó a máquina y encuadernó, dándome un libro de un solo ejemplar.
¿Supiste desde el principio que serías en primera persona, Fabian Casas, el narrador de tu escritura? ¿En algún momento quisiste que tu alter ego Andrés Stella se diferenciara de vos?
Supongo que mi alter ego, siempre se diferencia de mí. Es una construcción ficcional. Hasta el narrador de mis diarios se diferencia de mí. Lo que yo soy es muy difícil de narrar si no tiene un germen ficcional.
Un ejemplo, en Ocio (publicado en el año 2000) Andrés Stella sufre un ataque de alergia. Lo acompaña al hospital su amigo Roli y en el hospital una enfermera, “posiblemente peronista”, introduce la aguja en la nalga de Andrés con tanta pericia que Andrés ni siquiera se da cuenta. Y al leer Diarios de la edad del pavo (publicado en el año 2016) en el “Diario 2”, el 20 de enero nos enteramos de que ese ataque alérgico existió, que la enfermera tenía la misma buena mano que tenía en Ocio y que en verdad te acompañó al hospital Lali.
¿Fue una decisión o fue un proceso que Andrés Stella y Fabián Casas se fusionaran?
Lo que pasa es que yo no tengo imaginación, y voy tomando de la realidad –lo que quiera que sea esa masa extraña– y después voy cambiando pocas cosas. A veces, como ustedes dicen, yo y Stella nos cruzamos. Pero es una ilusión geométrica.
¿Qué les dirías a las personas que no muestran sus textos por pudor, o por vergüenza?
Que para que un texto funcione tiene que darme la sensación de vergüenza ajena, la de piedra en el zapato.
En Luis Ernesto llega vivo, una vez que Peter Frampton queda al descubierto, la hija dice: “Todos somos bandas tributo de alguien. No se hagan los originales”. ¿Podrías contarnos quién es, entonces, el original de Fabian Casas?
Precisamente ahora nos damos cuenta que lo original está en la reproducción técnica y no al revés.
¿Podría pensarse Últimos poemas en prozac como un equilibrio perfecto entre tu poesía y Ocio, Los Lemmings y otros y Diarios de la edad de pavo?
Son poemas narrativos sacados de el pozo de una depresión post divorcio. Tienen el combustible mecánico del antidepresivo.
Leyendo tu obra nos enteramos de la intención de escribir una novela sobre tu padre. ¿Está en proceso?
Nunca la escribí, pero ficcionalicé a mi padre en varios relatos y novelas. Tengo en proceso una novela que sucede en el tiempo de la colonia, en la formación del país. Se llama El parche caliente.
Tenés 55 años. Mucho leído, mucho escrito. ¿Qué sigue? ¿Qué logra entusiasmar al escritor que sos?
Mis hijos.
Con relación a la industria editorial nacional, siendo que es difícil publicar si uno no tiene un nombre o no tiene visibilidad, ¿tenés algún consejo para los que desean publicar?
Que generen ellos sus propios medios para darse a conocer.
¿Existe un orden poético de la vida que nos ayude a vivir de una manera más conmovedora?
Yo creo que la vida merece ser vivida. El orden poético es una dispersión fugaz, la ves de vez en cuando.
¿Los 90 terminaron con una forma cultural? ¿Existe el rock después de los Guns&Roses, o de Nirvana?
Claro: rock es como la poesía un lenguaje duro para una vida dura.
Teniendo en cuenta que en este siglo hay música y literatura sin límites en un ciberespacio infinito, ¿qué pensás del cambio del formato analógico al digital, tanto en las plataformas de música como Spotify o de la edición de libros digitales?
No pienso nada. Yo necesito tocar las cosas. Tengo CDs. No tengo Spotify.
¿Existen nuevos estereotipos que intentan asimilar los logros de las minorías y transformarlos en ficción? ¿Creés que existe un intento de normalización del sistema, a la lucha por los reclamos de los derechos de las minorías?
El capitalismo siempre está mutando para que vos creas que está a punto de ser vencido. Para mí, por ejemplo, el punk, en el plano político fue un movimiento conservador. El verdadero punk es la corona inglesa que sigue en pie haciendo que miles de personas no tengan futuro y encima los idolatren.
¿Si de un lado de un túnel estuviera quien eras en la infancia y del otro estuviera quien sos hoy, qué creés que se dirían el uno al otro?
Siempre habla el de hoy, pero el que era en la infancia no contesta. Es una linda imagen la del túnel.