Piso flotante

Revista Número 8

por Sergio Kisielewsky

I

Hoy saldré con Scarlett Johanson

La veré en una playa cerca de la rambla

No habrá escollera ni mar

ni bruces

sólo su rostro entre los pescadores de alcoba

el pejerrey sube al Faro y te ve

respira el pez

está quieto viéndote

y llama a otros peces

y todos los peces respiran porque ven tu boca cerca de la brisa

 

Hoy saldré con Scarlett Johanson

conoce una calle pequeña y el helado de higo

y tiene una túnica que abrigó a su abuela cuando estaba de novia con un vikingo

A Scarlett le gustan los pájaros como a mí ver

a papá que vuelve de la costa

corría paralelo a la orilla

con un malla de colores fuertes

Scarlett me dice que conoció a papá

que lo vio hacer el asado para los primos

que lo vio cuidando a los funcionarios

que lo vio y de pronto calla

 

La noche se come su rostro y las olas se levantan por metros

Scarlett quiere ir a ese café en el límite con Mar del Sur

donde termina el sitio en que corría mi padre

Entramos y la mesa ya está puesta bebemos y me dice

que su padre era médico.

 

Iba en trineo entre la nieve a ver a los pacientes

Scarlett habla de su padre y llora

me cuenta de ese mundo donde

nunca tropezaba y que conoció el

verano ya de grande.

Creía que la vida era nieve.

 

No sé qué hacer con ella de este lado del mundo

La invito al edificio Ondine entramos

 mis padres están jugando al Scrabel y después al chinchón

Scarlett le habla en idish a mi abuela y le dice

ashtícale y mi abuela le sirve borsh.

Le pregunto a Scarlett si quiere ver una película

ella odia las películas los tatuajes el rímel

quiere ir al vivero y subirse a las lanchas

quiere ver los caballos.

Scarlett me lee el Transiberiano

Me cuenta que lo leyó escondida de su madre

el viaje de la pequeña niña sobre la estepa

el tren que lo atravesó todo.

Nunca miré a nadie a como a Scarlett y ahí

Es cuando me cuenta los libros de Fitzgerarld

De Basil y Josephine me dice los ámbitos de memoria

cuando era chica miraba a los caddies en los campos de golf

y ellos al verla se tropezaban en el pasto.

Ahora el viento da en las ventanas del barcito en el muelle

Y en eso entrás vos con bermudas de flecos

Las dos mujeres se miran como si se conocieran

Bebemos cerveza y vos hacés

magia con un títere que trajiste del otro lado del mundo.

Scarlett ríe y vos

das una función del títeres sin escenarios

Cuando vuelvo ya no estás más,

está Scarlett vestida de blanco y

me dice que quiere conocer Gesell,

a Barocela y al café Nostalgias,

quiere deambular por las bares de

la playa.

 

No quedará otra que estar contigo

un rato más.

Toda la vida.

 

III

Nunca te hablé con palabras.

Me decís que vas a tomar ese avión.

Ahora tu voz es un delantal.

Vuelvo a mirarte y asusta.

El mundo se quiebra como un plato de sopa.

Damos vueltas, respirás

Y dan ganas de ser el aire.

Es la caída del corazón al rocío

En el reservado del bar te encuentro

Es un armiño con el ruido del tren

que pasa entre nosotros como un fantasma griego

Tenés un duende en el paladar

te subís a la taza, girás, olés al día,

Vuelo en tu alcoba y deseo a tu pie

Y a la terraza que se llega sin escalera.

No volveré a verte.

 

Comprás frambuesas en el

Bucanero.

Sólo un trozo de aire en el Abasto

Que gira hacia el mundo de los hoteles

Que nada alumbran

Sólo a tus hombros adorados por la

luz.

El tiempo se dispara como loca marquesina

Silbás a rabiar

Y no hay quien lo detenga

No es el Parque Chacabuco

No es Alchurrón tocando la guitarra en las peñas del 79

No es la tarde donde jugaban con Laura

(“Le pedí tanto a Dios que viniera”)

Y algo se movió de cuadro.

Creo que la calle llegará hasta el mar.

 

Te veo en una calle de la Agronomía.

Veranito a las diez de la noche.

Tu corazón es un idioma con arco y flecha

Nada se balancea más que tu pie descalzo

 

Sos un deleite intratable

Que ejerce su pasión por las brasas

Por el calor de la carne haciéndose

 

Estoy en la calle esperándote

 Es un leve motor que tengo

Volvé te digo, la orilla es tu pie, tus manos que acarician de a cuatro

 

XI

Los instrumentos quirúrgicos son perfectos

A mí me sacaron el corazón.

Y pienso con el plexo que está lleno de tus ojotas de playa

No sé si sabré vivir sin tu cesta de arena con ruido de mimbre

Tu cadera y tus ojos entrecerrados

Mientras la juventud se bambolea en las olas

Nada se detiene con el mar.

Se ve el muelle

La carpa donde deshacés las trenzas

Subís el cierre de la carpa

Y sudamos en el piso  material.

Tu malla es breve y la tela comenzó a transpirar.

No sé si será el Futalaufquen o el sur de Gesell

No sé en qué médano te pude ver de perfil

Como una rémora de lo nuevo

De lo que nunca se vio ni se dijo

Algo en el oído que no se pronuncia ni se absorbe

Ni se toca a contraluz.

Hacemos la excursión al Faro y vemos que el río

Se junto con el mar y trastocó la

planicie.

No dejaré de mirarte mientras viva,

no entiendo tu idioma

Sé que los deseos se te cumplen

Y te vi derrumbar más de un muro.

 

Soy el único que sé tu edad

Te vi con ropa de arpillera, te vi con el mendrugo

Miro la lámpara donde todo lo que ilumina es azul

El mar donde las válvulas están sueltas

Y tenés las mallas de dos piezas y es todo lo que llevás por prenda.

Eras tan joven que aprendí a encender los zapatos en el desorden

De las muecas.

Nunca pensé que la tierra gira en derredor del médano.

Es una planicie

Que adora tu espalda.

 

*Sergio Kisielewsky nació en 1957 en Capital Federal. Es Poeta, periodista y sociólogo. Publicó los libros de poesía Algo de la época, Memoria caníbal, Corazón negro, Electrificar Rusia, La belleza es un campo minado y Nunca te hablé con palabras. Su obra fue traducida al inglés por el poeta John Oliver Simon. El año pasado salió su libro La palabra del otro en Acercándonos Ediciones con entrevistas a escritores y artistas como Olga Orozco, Andrés Rivera, Fernando Birri y Hugo Midón, entre otros.

 

Compartilo 👇

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *