David James Poissant

Revista Número 5

Por Demian Naón

En el comienzo

In the beginning

 

¿Cómo fue tu infancia en relación a la escritura?
What was your childhood like in relation to writing?

Sinceramente, de chico, no era un gran lector o escritor. Me resistía, muy a pesar de mi madre, que tenía una licenciatura en Letras y una maestría en Bibliotecología. Finalmente, cuando tuve alrededor de doce años, empecé a interesarme por los libros de cómics porque me gustaban los dibujos. Quería ser ilustrador, pero también leía las historias. Así que por ahí entré al mundo de la lectura. Cuando llegué a la universidad y leí El gran Gatsby, lo devoré. Ahora, si me preguntabas antes de los dieciocho años, jamás hubiera dicho que sería escritor. Estaba seguro de que haría algo de animación para Disney o de ilustración con Marvel.

Honestly, I wasn’t much of a reader or a writer as a child. I was a resistant reader, much to the disappointment of my mother, a college English major with a master’s in library science. Finally, around age twelve, I grew interested in comic books for the drawings. I wanted to be an illustrator. But I read the comics to, and they became my gateway to reading. By the time I got to college and read The Great Gatsby, I was hooked. But, if you’d asked me before the age of eighteen, I never would have predicted I would be a writer. I was sure I’d do something with animation for Disney or illustration for Marvel.

 

¿Hubo rastros del escritor en que te convertirías?
Were there traces of the writer you would become?

Siempre me gustaron las películas, así que tuve un buen sentido de la narrativa y del ritmo, desde chico. Ahora me dicen que mi ficción es muy visual, que las personas que me leen, a menudo, pueden ver lo que describo. Me encantan las descripciones, las imágenes, los detalles concretos y los entornos. Creo que una parte de mi niño interior debe querer que la palabra escrita sea más como el cine o los cómics, así que me esfuerzo por ayudar a los lectores a que vean en sus cabezas lo que yo veo en la mía mientras escribo.

I’ve always loved movies, so I had a good sense of narrative and pacing, even at a young age. And I’m told that my fiction is very visual, that reader can often see what I describe on the page. I love description. I love imagery, concrete details, and setting. I think some childhood part of me must want the written word to be more like movies or comics, so I’m always working hard to help readers see in their minds what I see in mine when I compose on the page.

 

¿Tenés alguna anécdota que sintetice tu conexión con la escritura a esa temprana edad?
Do you have any anecdotes that synthesize your connection to writing at that early age?

Recuerdo estar en el piso de mi habitación noche tras noche leyendo Calvin y Hobbes y, un poco más grande, X-Men. Completaba cuadernos y cuadernos con sus imágenes. Cuando me animé a escribir, estaba en la universidad, y me metí con la poesía. Escribí muchas muy malas durante un par de años. Todavía me gusta y leo mucho ese género, pero ya no me dedico a él. Estoy muy metido en la narrativa, y, al final, mis poemas siempre se vuelven historias.

I just remember being on the floor of my bedroom night after night reading Calvin & Hobbes, and, later, X-Men, and filling sketchbooks with their pictures. When I tried my hand at writing, it was in college, and the writing was poetry. I wrote a lot of bad poetry for a couple of years. I still love poetry, and I read a lot of it, but I no longer write it. I’m too drawn to narrative, and my poems always turn into stories.

 

La sorpresa

The surprise

Como fanáticos de los libros, sabemos que a menudo el escritor se sorprende por su propia escritura. Nos referimos al momento del proceso de escritura en el que por alguna extraña razón, presumiblemente por la perspectiva de acercarse al inconsciente, se abren puertas, caminos, ideas, conclusiones, emociones, frases e incluso palabras, que son imprevistos y que así generan un estado de exaltación que muchas veces eleva el texto. ¿Podrías decirnos qué personajes, ideas o párrafos te sorprendieron en el acto de escribir?
As book fanatics, we know that often the writer is surprised by their own writing. We are referring to the moment in the writing process when for some strange reason, presumably due to the prospect of approaching the unconscious, the opening of doors, paths, ideas, conclusions, emotions, phrases and even words, that are unforeseen and which thus generate a state of exaltation that often elevates the text. Could you tell us, which characters, ideas or paragraphs surprised you in the act of writing?

¡Por supuesto! Me aferro al consejo de Robert Frost: «Sin sorpresa en el escritor, no hay sorpresa en el lector». Tengo que sorprenderme mientras escribo para encontrar la forma de cerrar una historia o una novela. Una vez que sé el final, me aburro. Para poder seguir escribiendo, a menudo, me veo forzado a salir del plan original y escribir un nuevo misterio. De este modo, descubro un nuevo final, que lleva a una sorpresa y que genera placer, al menos para mí. Espero que, en última instancia, también le pase esto a la persona que lee.
A veces esas sorpresas exigen una revisión del principio o de la mitad de una historia, o de ambas partes. Después de todo, no queremos que el final sea completamente desconcertante. No puede salir de la nada, así que puede ser útil volver e introducir algún indicio antes. Tal vez Aristóteles haya sido el que mejor describió los buenos finales, «inesperados e inevitables». Lo difícil es lograr un final que sea ambas cosas. En general, recién sucede en la revisión y raras veces en el primer borrador.
Claro, las sorpresas no están reservadas solo para los finales. En mi cuento «El hombre lagarto», un hombre se espanta al descubrir al principio de la historia que su padre tiene un caimán de mascota a la que mantiene encerrada en una jaula en el patio trasero. Este momento fue una sorpresa para mí tanto como lo fue para el lector. No sabía qué iba a descubrir mi personaje al llegar a la casa del otro hombre. Los puse en una casa y me aburrí. Necesitaba más. Saqué a uno de la casa y cuando lo volví a meter, le dice al otro que afuera hay un «gran puto caimán». Me impresionó mucho, pero lo mantuve y, de repente, la historia tomó fuerza y voló tan alto, que tuve que escribir rapidísimo para poder acompañar ese vuelo.
Hace poco, en julio, manejaba desde Florida a Georgia para ver a mis padres. Llegué a su pueblo tarde. La casa da al lago en el campo, en una zona muy rural, sin alumbrado. Estaba cansado, venía pensando en la nueva novela que estoy escribiendo. De repente, apareció un zorro y tuve que clavar los frenos. Por suerte, no lo choqué, y se salvó. Era hermoso, naranja y estilizado, como un cometa. Hasta entonces, no había un zorro en mi novela. Ahora hay todo un arco narrativo en torno al animal. A veces escribir es así de extraño, así de inesperado y caprichoso.

Absolutely! I’m a hold tight to Robert Frost’s advice: “No surprise for the writer, no surprise for the reader.” I have to be surprised, in the act of writing, to find my way to the end of a story or novel. Once I know the ending, I’m bored. In order to keep writing, I’m often forced to sidestep my original plan and write toward some new mystery and, in this way, discover a new ending, which leads to surprise, which leads to delight, at least for me, and, hopefully, ultimately, for the reader too. Sometimes such surprises require revision of a story’s beginning or middle, or both. After all, you don’t want the ending to be a complete shock. It can’t come out of nowhere, so it can be helpful to go back and layer in some foreshadowing early on. Perhaps Aristotle said it best when he declared that the best endings are “surprising, yet inevitable.” Getting to an ending that is both is the hard part, and it’s usually arrived at only in revision, and rarely in an early draft.
Of course, surprises aren’t reserved just for endings. In my story “Lizard Man,” a character is startled to discover, early on in the story, that his father has been keeping a pet alligator in an enclosure in the backyard. This moment was as much a surprise for me as it is for the reader. I didn’t know what my character’s would discover when they reached the man’s house. I put them in the house, and I was bored. I needed more. I had one man step outside. When he stepped back inside, he informed the other that a “huge fucking alligator” was outside. I was so surprised, but I went with it, and the story suddenly had legs, was suddenly running, and I had to write as fast as I could to catch up.
Recently, in July, I drove from Florida to Georgia to visit my parents. I reached their town late. Their house is on a lake in the country, very rural, no streetlights, and I was tired, thinking about the new novel I’m currently writing. Then, a fox ran in front of my car. I hit the brakes. Thankfully, I missed the fox. He got away, and he was beautiful, orange and sleek, like a comet. Right at that second, that fox ran into my novel. There was no fox in my novel. Now, there is a whole story arc involving a fox. And sometimes writing is just that weird, just that unexpected and capricious.

 

El estilo. El clic.

The style. The click.

Es común que al principio uno se esfuerce por escribir bien y calibrar la opinión general (o la opinión del profesor si la hay) sobre cómo escribir o sobre qué escribir. Pero con los años y la práctica constante, uno construye confianza y luego, gana cierta libertad: ¿Te sucedió esto? ¿Hubo un momento en que las cosas encajaron en su lugar? ¿Hubo un momento en el que decidiste arriesgarte con tus ideas? ¿Tu escritura, temas y tipos de personajes cambiaron con el tiempo?
It is common that in the beginning, one strives to write well and gauge the general opinion (or the opinion of the teacher if there is one) on how to write or what to write about.
But with the years and steady practice one builds confidence and then, gains a certain freedom: Did this happen to you? Was there a moment when things clicked into place? Was there a point when you decided to take risks with your ideas? Did your writing, themes and types of character change over time?

Tengo suerte. Nunca tuve que lidiar con docentes exigentes a quienes quería complacer desesperadamente. Me pasó lo opuesto. No tuve clases de escritura creativa hasta los 25 años. Había intentado durante cinco años escribir por mi cuenta, pero no me salía, no tenía capacidad ni voz. Tenía motivación y ambición, pero estaba sin rumbo. Entre mis 25 y 32 años, estudié con muchos escritores y docentes talentosísimos: Bret Anthony Johnston, Jack Riggs, Aurelie Sheehan, Jason Brown, C. E. Poverman, Jonathan Penner, Michael Griffith, Leah Stewart y Brock Clarke, por nombrar algunos. Con ellos, aprendí mucho sobre el oficio, la voz, la estructura, el punto de vista y la escritura a nivel de la oración. Algunos intervenían más, otros sabían cuándo no tenían que meterse y solo dejarme escribir. Todos eran ávidos lectores también y me guiaban respecto de los libros que tenía leer.
Toda persona que aspira a ser escritora debe leer mucho de distintos escritores con bagajes y estilos diversos y que produjeron en diferentes épocas. Esa polifonía de voces nutre tu propia voz hasta que, por un proceso inconsciente e inexplicable, te desprendés de cualquier influencia obvia que puedas tener y descubrís lo que se llama tu voz propia. Leer es como la osmosis: vos sos una planta y las palabras, el sol. Cuanto más leés, más crecés.
Del mismo modo, cuanto más escribís, más cosas se vuelven intuitivas. Primero, es un acto de malabarismo, en el que intentás avanzar en la trama, revelar el personaje y escribir un diálogo. Todo esto sucede mientras describís el lugar en el que los personajes se ponen de pie, se sientan, se pelean o tienen sexo. Pero, con el tiempo, algunos de esos elementos pasan a un segundo plano y, vos, como escritor, podés concentrarte en aquellas áreas que te plantean dificultades. Para mí, una es la trama. Me encanta la caracterización y el diálogo. Me gusta el entorno y la descripción. Pero no presto atención a la trama. Describo los personajes sentados, hablando, sin hacer nada, por páginas y páginas. Me encantan los escritores que saben hacer eso, como Virginia Woolf o W. G. Sebald. Pero yo no soy ellos. Tengo que encontrar que mis personajes hagan más cosas, y eso es en general lo que me cuesta.

I’m fortunate. I never dealt with difficult teachers or teachers whose opinions I felt desperate to please. I had the opposite experience. I didn’t take my first creative writing class until I was 25. I had been trying for five years to write on my own with no success, no voice, no skills. I had plenty of drive and ambition, but no direction or focus. I studied with a number of amazingly talented writers and teachers from 25-32: Bret Anthony Johnston, Jack Riggs, Aurelie Sheehan, Jason Brown, C.E. Poverman, Jonathan Penner, Michael Griffith, Leah Stewart, and Brock Clarke, to name just a few. I learned a great deal from them about craft, voice, story structure, point of view, and writing at the sentence level. Some of them were more hands on, and some knew when to get out of my way and just let me write. All of them were great readers too and helpful in pointing me toward work I should be reading.
Any aspiring writer should reader widely from diverse writers from all backgrounds, time periods, and writing styles. That polyphony of voices informs your own voice, until, through some subconscious, inexplicable process, you hopefully shed any influence you wear too plainly on your sleeve and discover what we call your own voice. Reading is like osmosis: you’re a plant, and words are your sun. The more you read, the more you grow.
Likewise, the more you write, the more things begin to become intuitive. At first, it’s a juggling act, trying to advance plot, reveal character, and write dialogue, all while describing the place in which your characters sit or stand or fight or make love. But, in time, a few of the elements grow to be second nature, and you, as the writer, can concentrate on the areas that give you trouble. For me, plot can be tough. I love characterization and dialogue. I love setting and description. But, if I’m not careful, I’ll describe characters sitting around talking, doing nothing, for pages. I love writers who do that well, like Virginia Woolf or W.G. Sebald. But I’m no Woolf or Sebald. I need to find more things for my characters to do, and that’s often the hard part for me.

 

Similitudes

Similarities

Considerando que no existe la pura ficción porque todo es parte de nosotros, incluido nuestro universo interior y nuestra imaginación, ¿podrías decirnos, en tu obra, cuáles son las características que más se acercan a la vida real de David James Poissant?
Considering that there is no such thing as pure fiction because everything is part of us, including our inner universe, and our imagination, could you tell us: in your work, what are the characteristics that come closest to the real life of David James Poissant?

Los lugares de mi obra son casi siempre reales. La poeta Marianne Moore invita a los escritores a crear «jardines imaginarios con sapos reales». En cambio, en mis historias, los jardines son reales y los sapos imaginarios. Mi vida no es muy interesante. Soy feliz. Tengo una esposa a la que amo. El año que viene cumplimos 20 años de casados. Soy padre de unas mellizas a las que amo. Tengo un trabajo que disfruto y me gusta donde vivo. Me encanta mi vida sin dramas y conflictos, pero eso no sirve para contar buenas historias. Entonces, cuento historias de personas que imagino. Sin embargo, por algún motivo, no puedo inventar los lugares. No puedo imaginar un pueblo o un lago o una casa, así que los creo a partir de mis recuerdos. En mi novela, Lake Life, Lake Christopher está inspirado casi exclusivamente en Lake Toxaway, en Carolina del Norte, un lago en el que pasaba mis vacaciones de verano en la infancia. Todas las ciudades que menciono son reales y casi iguales a como las describo en el texto, incluso la ubicación de los negocios y las heladerías.
Del mismo modo, los viajes que hacen mis personajes son, a veces, los míos. En el cuento «El cielo de los animales», de la colección homónima, el protagonista cruza el país manejando desde el sureste de Estados Unidos hasta San Diego, California. Y yo hice ese mismo viaje en auto. No lo hice para ir a ver a un hijo a punto de morir, pero lo hice y, en el camino, paré en casi todos los lugares que menciono. El truco fue darle a mi personaje un trasfondo y una tensión crónica que no me pertenecían para contar la historia del viaje en auto. Por eso, los lugares son reales, el viaje fue algo que me pasó, pero el personaje que recorre las rutas y sus motivaciones son completamente ficcionales.
Y muchos de mis cuentos funcionan de ese modo. Por ejemplo, una vez fui a ver a mi hermano en San Francisco, y la pasamos muy bien. Pero cuando volví, me pregunté cómo hubiera sido el viaje si yo recién hubiera enviudado y mi hermano no hubiera podido venir al entierro. Esa pregunta atraviesa la historia «Nudistas». Los personajes y el conflicto son ficción, pero los escenarios, el trabajo de guarda del parque, los nudistas que aparecen en la playa, todo eso es real. El jardín estaba ahí, pero yo agregué los sapos.

Place in my work is almost always real. The poet Marianne Moore encourage writers to create “imaginary gardens with real toads in them.” My stories, though, are more like real gardens with imaginary toads in them. My life isn’t so interesting. I’m happy. I have a wife I love. Next year we will celebrate our 20-year wedding anniversary. I have twin daughters I love. I have a job I enjoy, and I like where I live. I like my life conflict-free and drama-free. But that doesn’t make for good storytelling. So, instead, I tell the stories of people I imagine. But, for whatever reason, I’m unable to make up places. I can’t conjure a town or a lake or a home from my imagination, so, instead, I conjure them from memory. In my novel, Lake Life, Lake Christopher is based almost entirely on Lake Toxaway in North Carolina, a lake I visited one week every summer when I was growing up. All of the towns around the lake are real and mostly exist as described, including the placement of stores and ice cream parlors.
Similarly, the journeys my characters make are sometimes my own. In the title story “The Heaven of Animals” from my collection, the protagonist drives across the country, from the Southeastern United States to Sand Diego, California. I’ve made that drive. I did not make that drive to visit a dying son, but I made that drive and made many of those stops along the way. That gave me the clothesline for the story, it’s structure and pacing. The trick was giving the character a backstory and a chronic tension that were not my own to inform the story of the road trip. Thus, the places are real, the drive was my own, but the character making the drive, and his motivations, are purely fictional.
And many of my stories work just that way. For example, I visited my brother in San Francisco once, and we had a good time. But, when I returned, I wondered what the trip might have been like had my wife just died and my brother had failed to come to the funeral. That question developed into the short story “Nudists.” The characters and the conflict are pure fiction, but the sights they see, the park ranger job, the nudists encountered on the beach, that’s all real. The garden was there. I added the toads.

 

Y, tras el impacto que tuvo El cielo de los animales, sin olvidar el arduo proceso de escritura y edición, seguro que hubo un cambio en la vida real de David James Poissant. ¿Podrías contarnos cómo El cielo de los animales alteró tu forma de estar en el mundo o tu forma de escribir?
And, after the impact that The Heaven of Animals had, without forgetting the arduous process of writing and editing, surely there was a shift in the real life of David James Poissant. Could you tell us how The Heaven of Animals altered your way of being in the world or your approach to writing?

Bueno, sinceramente, el cambio no fue tan grande como podrían imaginar. Cuando se publicó la colección, ya llevaba tres años trabajando en la novela Lake Life, y el éxito de la colección no calmó mi ansiedad con respecto a no poder terminar nunca la novela. Así que viví, y a veces todavía me pasa, lo que en Estados Unidos llamamos «el síndrome del impostor», esa sensación de que pasaste a la mesa de los grandes, pero todavía sentís que no pertenecés.
La colección recibió algunos premios que me ayudaron a conseguir un cargo en la Universidad de Florida Central, y, por primera vez en mi vida adulta, eso me dio cierta estabilidad económica. Esa fue una de las mejores partes de haber publicado, saber que tenía un trabajo de docente asegurado y que podía mantener a mi familia.
Pero fue, y sigue siendo, alucinante tener lectores. Me encanta recibir correos y cartas y mensajes por las redes sociales. Me alegra saber que mis ficciones llegan a las personas, las movilizan. Recibí mensajes de muchas que perdieron a sus hijos en los que me dicen que mis historias y la novela sobre ese tema les resonaron mucho. También recibí innumerables correos de personas diciéndome que «El hombre lagarto» les había ayudado a reconectar con padres que habían sido duros con ellas por su condición de homosexuales. Estos son los mensajes que me hacen llorar. Si mi ficción de verdad ayuda a las personas y es reparadora, me doy por satisfecho. Me gusta pensar que mi ficción puede ser una fuerza del bien en el mundo.

Well, honestly, the shift didn’t as big as you might think. When the collection was published, I’d already been working on the novel Lake Life for over three years, and the collection’s success didn’t ease my anxiety that I might never finish the novel. So, I was experiencing, and still sometimes experience, what Americans call “impostor syndrome,” where you’ve made it to the big kids’ table but you still suspect you don’t really belong.
The collection did win some awards, which helped me to earn tenure at the University of Central Florida, which brought me a little bit of financial security for the first time in my adult life. That was one of the best parts of publishing, knowing that my teaching job was secure and that my family would be provided for.
But it was, and continues to be, thrilling to have readers. I love getting emails and letters and notes via social media. I love knowing that my fiction touches people’s lives. I’ve received cards from several people who’ve lost children and who said that my stories and novel about losing a child truly resonated with them. And I’ve received countless emails from people who’ve told me that “Lizard Man” helped them to reconnect with a parent who had trouble with their sexuality when they first came out. Those, to me, are the letters that make me cry. If my fiction is actually helping people and bringing comfort to others, then I’ve done my job. I like thinking that my fiction can be a force for good in the world.

 

Escribiendo después de Covid-19

Writing after Covid-19

Sabemos que las sociedades están experimentando cambios dramáticos, especialmente en las formas de comunicarse, trabajar y disfrutar del ocio. ¿Creés que esto cambiará los temas que normalmente seguís en tu escritura? ¿Sentís que tus personajes incorporarán algo que no tenían antes? ¿Qué exactamente?
We know that societies are undergoing dramatic change, especially in the ways of communicating, working and enjoying leisure. Do you think this will change the topics you usually pursue in your writing? Do you feel that your characters will incorporate something they didn’t have before? What exactly?

No lo sé. Estoy tan metido en mi nueva novela que no tiene nada que ver con la pandemia que todavía no consideré si escribiré sobre ella o no, y si lo hago, no sé cómo sería. No dudo de que habrá muchos escritores que se van a volcar a este tema, y lo harán bien. Solo que no estoy seguro de si voy a escribir sobre este año en un futuro próximo. A veces me lleva tiempo procesar muy bien un acontecimiento para que pueda escribir sobre él. Escribí Lake Life a los treinta y algo, y es sobre un lugar que fue especial para mí entre mis diez y mis veinte años. Si escribiera una novela sobre la pandemia, recién podría empezar en décadas.

I’m not sure. I’m so deep into a new novel that has nothing to do with the pandemic that I haven’t yet considered whether I’ll write about the pandemic, or, if I do, how I might do it. I don’t doubt that countless writers will and will do it well. I’m just not sure I’ll be writing about this year any time soon. Sometimes it takes a while for me to process an event well enough to write about it. Lake Life was written in my thirties, and it’s about a place that was special to me from the ages of ten to twenty. If I write a pandemic novel, it might be decades from now.

 

Hoy

Today

¿Cuáles fueron las diferencias en el proceso de pensar y escribir una colección de cuentos como El cielo de los animales y esta nueva obra Lake Life, que es una novela?
What were the differences in the process of thinking and writing a collection of short stories like The Heaven of Animals and this new work Lake Life which is a novel?

El cielo de los animales es un compilado que hicimos con una persona responsable de edición. Yo había publicado más de treinta cuentos, así que leímos todos y seleccionamos los que creíamos que podían ser parte de un libro cohesivo. Es decir, cada cuento tenía una intención y fue elegido minuciosamente, pero la colección fue un accidente feliz. No sabía bien cómo organizar los cuentos, cuáles elegir, entre otras cosas que los editores saben hacer muy bien. Sabía que tenía algunos cuentos con animales, pero no me había percatado de cuántos eran hasta que los leí todos.
Con la novela, las conexiones fueron intencionales desde el principio. Cuento la historia de seis personajes, pero no quería que se sintiera como una recopilación de cuentos. Quería que hubiera un hilo que las conectara, un entramado. Lograr las conexiones perfectas me llevó nueve años y muchas ediciones, revisiones, falsos inicios, agregados posteriores y lo que Grace Paley llama «grandes cambios de último minuto».

The Heaven of Animals was compiled with an editor. I had published over thirty stories, and we reread all of them and selected what we thought were the best of those that might work together as a cohesive book. Meaning, every story was careful and intentional, but the collection was a happy accident. I wasn’t sure how best to arrange stories or pick which ones go where, which is one of the many things that editors do so well. I knew that I had a number of stories with animals in them, but I didn’t realize just how many I had until I reread all of my stories.
With a novel, the connections were intentional from the beginning. I’m telling six characters’ stories, but I didn’t want the novel to feel like stories. I wanted everything to feel interconnected, like a web. Getting those connections right took nine years and a lot of cuts, revisions, false starts, late additions, and what Grace Paley called “enormous changes at the last minute.”

           

¿Ya tenés un editor-traductor de español en fila para Lake Life? ¿Qué nos podés contar de la novela?
Do you already have a Spanish-editor-translator lined up for Lake Life? What can you tell us about the novel?

¡Sí! Lake Life cuenta con la misma editorial y el mismo equipo de traducción que se ocupó de El cielo de los animales en español.

Yes! Lake Life has the same editorial and translation team that translated The Heaven of Animals into Spanish.

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