Frente de batalla II

Revista Número 12

Ulises Martino

FRENTE DE BATALLA II.

 

Hay un loco. Desde que se inventó el teléfono celular está lleno de locos. Este loco me llamó varias veces, hasta que atendí. Justo que estaba disfrutando la lluvia, mientras manejaba. Siempre que llueve es el mejor momento para que la mirada se pierda en el horizonte.

El loco dice que está en mi casa. Lo cual resulta improbable porque cerré la puerta antes de salir. Y si está en la casa tuvo que haberla derribado, en ese caso no es de esperar que alguien llame para anoticiar al damnificado. Aunque pensándolo bien, no recuerdo el momento exacto de nada. Si cerré o no la puerta, si desconecté artefactos, si entré o no la garrafa (eso seguro que no).

Fue levantarme y salir de un impulso para que la novela tuviera su final, si me quedaba la iba a seguir corrigiendo.

Mi loco dice que está en casa y acabo de colgarle el teléfono, y hasta le grité: “Vecino las pelotas”. Vecino me dijo, como si yo no conociera a mis propios vecinos.

Algo debo hacer, no sé qué. Estacionado en la banquina, fumando en el auto, a la altura de Castelli. Mientras el tipo sigue metido en casa y sé que no está mintiendo. Dijo algo de la garrafa, de la heladera encendida, dijo la palabra Novela. Que estaba leyendo el final, que no estaba de acuerdo.

Yo, como un boludo, le grité Fuego. Como si el azar me trajera a ese flaco con encendedor pasando por la puerta de casa. Ese tipo, ahora entiendo, no estaba solo de paso. Nadie está solo de paso por una casa del mar. Se persigue o no se persigue el mar, como un destino.

Algo debo hacer.

Llamar a la policía, no. Un escritor no llama a la policía. ¿Qué querrá? ¿Por qué mencionó la novela? ¿Qué carajo sabe lo que estoy escribiendo?

Sabe. Más bien que sabe. Y eso es lo que más me intriga. Saber que sabe de una manera engañosa. Es como si en vez de una persona cualquiera, un ladrón cualquiera, me hubiera llamado un personaje de mi propia novela.

-¿Ey, qué hiciste conmigo?

Sabe como un personaje. Desde adentro. Conoce mejor sus sentimientos que yo. Nunca me tocó lidiar con algo así. Un personaje que se revela, disconforme con el trato. O no. Algo más peligroso. Un personaje que ni siquiera puse o que mencioné al pasar. El tipo que me convidó fuego. No siempre los personajes los inventa el que escribe. Y yo gritándole Flaco, tratándolo así. Ahora está metido en mi casa.

Hay que pensar antes de escribir.

Algo debo hacer.

Ese tipo sentado frente a la computadora, tocándose la barbilla, con su cigarrillo. Seguramente es un Lucky. Un personaje con vida propia. Tal vez, hasta lo acompañe algún perro.

Mientras yo fumo, perdido en el horizonte, escuchando como las gotas pegan en el techo del auto. El motor apagado, la mente en blanco.

Yendo hacia el futuro, quieto, en las manos del personaje.

 

Compartilo 👇

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *